¿Qué es la heterosexualidad obligatoria o heteronormatividad?




La violencia, el odio, la exclusión, la invisibilización, el sometimiento a investigaciones e interrogatorios médicos y psiquiátricos y el menosprecio de las demandas, son parte constitutiva de la norma heterosexual. 
(Rivas, 2011, p.1)

El concepto de heterosexualidad obligatoria tiene su origen en la lucha feminista y posteriormente la lucha por la identidad de género. La primera autora que se refirió a esta problemática es Adrienne Rich (2001), lesbiana feminista que describe a la sociedad como dominada por la institución heterosexual. Sin embargo, esta heterosexualidad obligatoria también contiene fallas como tal, siendo esto tratado por Gallego (2011) en su reciente estudio: “Identidad trascendente e identidad lesbiana ya existen en la actualidad y su mera existencia muestra que la ley heterosexual falla en su intento de universalidad, tiene fisuras y espacios donde encontraremos formas de resistencia y de sabotaje al pensamiento heterosexual”

Otro exponente importante fue Judith Butler, filósofa influyente en las áreas del feminismo y la Teoría Queer. La Teoría Queer, “queer”  hace referencia a algo anómalo , torcido, raro y también como un verbo que expresa el perturbar o desestabilizar normas que se encuentran aparentemente fijas, es decir construye un sitio de resistencia, una posibilidad de una re significación social y política capacitadora. La Teoría Queer se opone a las clasificaciones de género, puesto que estas serían generadas por una sociedad de cultura únicamente heterosexual, o como también podríamos mencionar una cultura de heteronormatividad. De manera que, esta categorización de la identidad (Hombre, mujer, transexual, homosexual, etc.) cumplirían un rol regulizador en la sociedad y  a lo que a su vez reproducirán una subjetividad en la colectividad. Es por ello que de esto se desglosa un tema político, en el cual se perpetúa un ideal hegemónico en cuanto a la sexualidad. Butler (2001) señala que el género no es más que una actuación de ciertas normas sociales, y por lo mismo están abiertas a transformaciones.  En una sociedad heteronormativa, en donde ser heterosexual es lo correcto, Butler (2001) plantea que somos una sombra de la realidad, una imitación. Esto se explica en que somos la imitación o la actuación de un sistemas de valores culturales establecidos de los sexos, representamos a la “mujer”, “hombre”, “transexual”, “homosexual” en una teatralización fabricada. Sin embargo, esta actuación en nuestra sociedad está dirigida a la heterosexualidad obligatoria y quienes no acaten dicha teatralización, serán víctimas de violencias y amenazas en una sociedad heteronormativa.


En Chile, según el Bloque Alternativo de Revolución Sexual (S/F), la heterosexualidad obligatoria (heteronormatividad) hace referencia a un tipo de orden social en el cual la orientación sexual de disposición heterosexual, así como también el sentido de pertenencia sexual ligada a ser hombre o mujer (como única opción) se naturaliza como una norma social deseable. Esta normalización de lo heterosexual ocurre en el ámbito institucional, laboral, social e íntimo, provocando heterosexismo, entendiendo este concepto  como la preferencia de las personas que, además de tener una concepción idealizada y deseable de lo heterosexual, reproducen la mirada reprobatoria de todo lo que se escapa a dicha normativa; provocando a su vez discriminación hacia personas que se sienten sexualmente orientadas por otras preferencias diferentes, dando como resultado homofobia y en muchos casos violencia. (Bloque alternativo de revolución sexual, S/F)

En Chile, el problema de la heterosexualidad obligatoria es un problema aún latente. Sutherland (2013) nos explica que existen diversas parejas de orientación transexual que conciben hijos, poniendo en medio del debate la concepción de vida en pareja y matrimonio igualitario donde políticos con orientación derechista y Opus Dei se posicionan desde una perspectiva heterosexual normativa argumentando que “un menor sólo puede tener por padres, a un hombre y a una mujer” (Sutherland, 2013), pero no desconocemos que esta heteronormatividad no escapa a la manera de vivir de personas que no pertenecen a dicha rama política o religiosa necesariamente.
podemos decir que en Chile, esta falta de reconocimiento se traduce en subordinación social, en tanto que imposibilidad de participar como igual en la vida social” (Fraser, 2009, p.61). Como se dijo anteriormente, a muchas parejas transexuales se les niega la posibilidad de formar familias al igual que a las parejas heterosexuales, y con ello la imposibilidad de generar lazos afectivos intensos. Esto afecta directamente a la integridad de estas personas a las que se les niega la participación en la vida política del país. Al posicionar a las parejas heterosexuales en todo su derecho de concebir hijos y formar un núcleo familiar sólido y a las parejas transexuales no, lo que se hace es establecer una subordinación de estatus, es decir, posicionar el status heterosexual normativo por sobre cualquier otro tipo de orientación sexual no normativo ya sea gays, lesbianas, transexuales, bisexuales,etc. (Fraser, 2009)
Esta línea de pensamiento común, integrada incluso en las decisiones políticas como nos hace ver Sutherland, tiene como consecuencia la discriminación legal de personas no heterosexuales, dejándolas sin acceso al matrimonio ni a la adopción, ya que si bien en nuestro país no hay leyes que prohíban la adopción por parte de personas “no-heterosexuales”, no se les considera como personas capaces de ejercer el rol de paternidad/maternidad, lo que se traduce en negarle el derecho a crear familia a estas personas. Incluso los avances para reconocer los derechos civil-familiares de las personas homosexuales no son sino simuladores de la solución real, tal como la ley de vida en pareja. Se da la idea de darles espacio en la sociedad sin dejarlos acceder a los derechos que como personas les corresponden, como lo es el derecho a matrimonio y conformación de familia.
Este aspecto puede verse  relacionado  con el concepto de Honneth (2009) de reificación, en la cual se  hace referencia a una actitud frente a un fenómeno tomándolo como producto de la naturaleza o como “algo” que ya estaba allí y no como construcción netamente humana. Esta concepción reificada de las cosas arguye directamente a una falta de reconocimiento, el reconocimiento de que ciertos fenómenos (como las leyes y las políticas públicas) son construcciones netamente humanas y no un producto natural o divino.
Podemos decir que, en cuanto a personas con orientación e identidad sexual diferente a la heterosexual, existe en materia política y religiosa un tipo de reificación, en el sentido de que se deja de lado el reconocimiento en cuanto a la existencia de personas con orientación sexual desligada de la heteronormatividad.
En este sentido, un lado de la religión y la política Chilena posee una concepción reificada de la condición sexual y la manera en que construimos la política, la condición sexual heteronormativa y el pensamiento de que “un menor sólo puede tener por padres, a un hombre y a una mujer” (Sutherland, 2013). Cabe recordar además que uno de los principales objetivos de instituciones pro-diversidad sexual o disidencia sexual como el Movilh es poner en la escena pública la situación de personas homosexuales, bisexuales y transexuales. La historia habla por sí misma, pocos relatos, material escrito y cifras existen respecto a las atrocidades que se han cometido en Chile hacia las personas LGBT. La historia enseñada en los colegios se encuentra llena triunfos políticos, guerras, logros económicos, tratados, pero ¿Dónde quedan los desarrollos humanos, culturales, de género? En suma, la realidad de la población LGBT, pese a los grandes pasos que ha dado el movimiento por la diversidad se encuentra oculta para la sociedad, así como muchos otros problemas. Un bien tan importante como el Derecho a la vida, a la integridad física y psicológica ha sido vetado para muchas personas LGBT vetando la discusión al mismo tiempo de los procesos públicos e institucionales. La realidad que se vive hoy en dia en torno a ser hombre, ser mujer, amar a un hombre o amar a una mujer, es un realidad que se concibe de manera reificada, ha sido así desde muchísimo tiempo, como se mostrara en posteriores post. Se piensa hoy en día, en una escena publica en donde personas transexuales no pueden acceder a conformar una familia, a intentar satisfacer sus proyectos afectivos, se ven limitadas por la violencia y las restricciones institucionales.


Por otro lado, esta heteronormatividad de la que venimos hablando, junto con su extracción de la escena pública y realidad de muchos la realidad y existencia de realidades LGBT, puede llevar al heterosexismo y este heterosexismo lleva muchas veces  a situaciones de homofobia y violencia. El 3 de marzo de 2010 se vivió un caso extremo de esta índole. Daniel Zamudio, fue el joven chileno de 24 años que se convirtió en un símbolo de la violencia homofóbica, tras fallecer luego de agonizar durante 25 días después de haber recibido una brutal golpiza en el parque San Borja, Santiago.
El ataque contra Daniel realizado por cuatro jóvenes vinculadas presuntamente a una pandilla de tendencia neonazi, han llevado a debate la respuesta  homofóbica de la sociedad, a la vez que la falta de leyes para la anti discriminación relacionada con este tipo de crímenes.
Seis días después del ataque, carabineros detienen a las cuatro personas sospechosas de agredir al joven. Tras dar testimonio, se demostró que los jóvenes aparentemente no pertenecían directamente a grupos neonazis. Sin embargo se demostró que si constaban de antecedentes por xenofobia, quedando detenidos en prisión preventiva por los 90 días determinados para realizar la investigación.
casi dos semanas de la presunta muerte del joven, se realizó un evento a beneficio de la familia de Daniel Zamudio, llamándose "Somos más por Daniel". Dicho evento contó con la participación de artistas como Chancho en Piedra y María Jimena Pereyra, y la animación de Fernanda Hansen y Francisco Saavedra. Según Rolando Jiménez, el presidente del Movilh, uno de los organizadores de la iniciativa, se congregó a cerca de 2 mil personas .finalmente el 23 de abril se realiza la re formalización de los cuatro inculpados en la muerte de Zamudio. (La Tercera, 2012). Esta fue una situación en la cual se ve muy acentuada de falta de reconocimiento que desemboca finalmente en un tipo de menosprecio extremo (Honneth, 2009)
En síntesis, la falta de políticas públicas y leyes que resguarden la seguridad de personas como Zamudio. La reificación de la condición heterosexual como única opción (el no reconocimiento) junto con la consiguiente producción de heterosexismos en los miembros de una sociedad cegada desembocó finalmente en un tipo de menosprecio extremo, que terminó con la vida de este joven. Es decir, la existencia de la heteronormatividad, en muchos casos atenta contra la integridad física y psicológica, junto con los derechos humanos básicos de las personas. Según el informe anual de los derechos de la diversidad sexual (2012) desde el 2011 al 2012 se han efectuado 148 atropellos a la población LGTB, pese a que han disminuido en porcentaje, se han incrementado las situaciones de mayor gravedad como los asesinatos, además han aumentado las denuncias provenientes de personas LGTB. Al parecer incluso la misma población LGTB no poseía total confianza y conciencia de las situaciones de menosprecio que han vivido durante mucho. Y junto con ese aumento de las denuncias también han aumentado los atropellos privados proveniente de las instituciones como carabineros, derechistas y evangelistas que poseen la concepción reificada de la sexualidad de manera muy fuerte y les cuesta abandonar esta perspectiva viendo como personas con identidad sexual a-normativa entra en el escenario público.(Movlih,2012) Incluso una institución tan socialmente importante como la corte suprema se ha negado muchísimas veces a aceptar recursos de protección para parejas homosexuales, no reconociendo su cualidad humana, olvidándola, y validando las situaciones de menosprecio hacia estas personas.
Es interesante revisar un poco la historia de la genealogía de los términos como heterosexualidad y darse cuenta de que en un inicio, científicos concebían al termino heterosexualidad como una patología, intercambiándola por lo que hoy conocemos por bisexualidad, es decir, la atracción sexual hacia ambos sexos, poco después, se entendió la heterosexualidad como la atracción obsesiva y mórbida hacia una persona para finalmente tiempo después entenderla como la condición normal de la sexualidad, es decir, la atracción sexual hacia el sexo opuesto, a partir de eso el estudio de la sexualidad se centró en lo normal o lo deseable, donde ciencias tales como la nuestra, la psicología y la psiquiatría pusieron su vista en el tema de la sexualidad, junto a la heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad y transexualidad. (Rivas, 2011)
Algunas de las visiones psicológicas más radicales sobre la homosexualidad que existe en la actualidad y que forman parte de las perspectivas heteronormativas, son sin duda las que clasifican a las conductas homosexuales como conductas patológicas en los sujetos.            Dichas visiones son generadas principalmente por instituciones con valoraciones éticas de carácter religioso y conservadores, y muchas veces de dudosa reputación científica y que desconocen “conclusiones de la Organización Mundial de la Salud (1990), la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos (1973) y la Asociación de Psicología Americana (1975), quienes explican que la homosexualidad no es una enfermedad, por tanto, no es curable” (Ahumada, 2012). Un ejemplo nacional de estas perspectivas es la Universidad de los Andes, la cual el año 2004 causa polémica tras promover un seminario llamado “la cura de la Homosexualidad” impartidos por el doctor en Psicología Gerard J.M. van den Aardweg, que causo la inmediata respuesta de organismos como el Movilh.
El hecho de considerar a la homosexualidad como una patología o una “anormalidad” se puede considerar según Foucault (1996) como una forma en que estas instituciones intentan ejercer control social sobre una parte de la población para así apartar a estas conductas de lo socialmente permitido y monstrificar a los homosexuales al mismo tiempo que según Foucault (1996) intentan “ayudarlos” con sus terapias de conversión. El hecho de considerar a los homosexuales como monstruos, desde un punto de vista Foucaultiano se puede reflejar en los comentarios del autor Richard Cohen que señalan “Nadie nace con una orientación homosexual” (Cohen, 2007) o en opiniones, declaraciones y pensamientos más relacionados con la visión heteronormativa de la sociedad en general que considerarían a la conductas homosexuales como conductas antiéticas o de dudosa reputación moral en general. La primera de estas frases nos permite inferir que la condición de la homosexualidad es una condición que va en contra de las leyes de la naturaleza ósea que es una opción antinatural y el segundo aspecto de declaraciones u opiniones cotidianas acerca de la homosexualidad remite a una visión de la homosexualidad que transgrede las normas y leyes del buen vivir social. Estos dos conceptos unidos son los que según Foucault (1996) se encargan de monstrificar a la homosexualidad al acusarla de violar las leyes (tanto las leyes jurídicas como las de la naturaleza) a la vez que la patologizan, generando una crítica a la homosexualidad que estaría ligada a un punto de vista legislativo en el cual se entremezclan y confunden lo jurídico con lo biológico.
La clase de discursos anteriormente nombrados no solo degradarían a una posición de “monstruos humanos” a la comunidad homosexual sino que al catalogarlo de un ser patológico también se estaría degradando y devaluando todo el discurso que la comunidad homosexual tiene en contra del discurso heteronormativo.
 A su vez dicho discurso heteronormativisante ejercen sus influencias de poder en distintos campos, tanto de manera explícita como en los medios de comunicaciones al generar estereotipos “homosexuales” o de manera implícita en el campo de las normas sociales al intentar definir a través de declaraciones  la realidad, ya que según Correa (2013) la concepción de poder en el sentido Foucaultiano se ve desde un sentido generativo ósea que coacciona y constriñe la realidad a través de declaraciones u otras acciones que generan realidad ya sea en el sentido de definir a la homosexualidad como una patología o como una opción. El apartado médico, psicológico y psiquiátrico nace para intentar extinguir las posibilidades pasionales, sexuales y afectivas de las personas, reduciéndolas a la enfermedad, a lo extraño, a la hegemonía en forma de cadenas gigantes que impone la norma heterosexual.
Como conclusión podemos decir que todas las prácticas sociales anteriormente mencionadas nos llevan a crear una sociedad en la cual sólo hay cabida y espacio de reconocimiento para una “heterosexualidad obligatoria” que para algunos integrantes no-heterosexuales de dicha sociedad puede resultar perniciosa, dejándolos sin reconocimiento o dándoles un reconocimiento  erróneo, lo cual según Taylor (1992) llevará a que esta falta de reconocimiento o el erróneo juicio del mismo, interfieran negativamente en la formación de la identidad del sujeto por la relación que tiene la identidad con el reconocimiento que el mismo autor describe.
Algunas prácticas en las que se puede evidenciar menosprecio y remiten al ámbito político serían las políticas de matrimonio, en las cuales la posibilidad de establecer una relación de personas no-heterosexuales pasaría a ser ilegal, o por el lado de las políticas de adopción en la cual las posibilidades de establecer una familia con padres No-heterosexuales está vetada. En lo que respecta al ámbito social podemos evidenciar estas prácticas al momento de permitir la violencia contra personas no-heterosexuales o la “deshonra” que implica que un integrante de la familia no sea heterosexual.
Por otro lado los efectos negativos en la identidad de la población No-heterosexual, se pueden ver reflejados en sentimientos de inferioridad que estos podrían experimentar o por sentimientos de culpa que estos mismos podría experimentar y también podríamos considerar ciertas prácticas sociales como las de penalizar doblemente al homosexual cuando este presenta conductas sociales no aceptadas o incorrectas y el de relacionar estas malas conductas con su orientación sexual cosa que con los sujetos heterosexuales no ocurre.
Todos los efectos que la heteronormatividad tiene en la población nos podrían llevar a suponer y pensar que esta puede ser definida como un problema social, ya que encontramos tanto falta de reconocimiento como menosprecio hacia una parte importante de la sociedad Chilena.

En último, termino podemos decir que para este Blog entenderemos el concepto de heteronormatividad como una condición histórica y culturalmente construida que tiene como base la única condición socialmente sociable el ser hombre o el ser mujer y poseer una orientación sexual ligada al sexo opuesto. Esta heteronormatividad produce un desajuste en la sociedad en cuanto al reconocimiento positivo hacia personas con identidad sexual que para una sociedad heteronormativa como la Chilena constituye no más que una desviación o una patología y que lleva a los individuos a desconocer la realidad de personas LGTB o reconocerlas como anormales y que por lo tanto se deben tratar de manera diferenciada, esto produce situaciones de menosprecio, dada la concepción reificada de la realidad LGTB.

La lucha por la diversidad sexual y en contra de la heterosexualidad obligatoria es reciente en la historia y especialmente en nuestro país. Viendo esto en los grupos e instituciones pro-diversidad sexual que han llevado la ardua tarea de hacer a un lado la condición heteronormativa en la cual se encuentra nuestra sociedad y colocando en medio del debate público y político las cuestiones ligadas a estos temas.


Referencias:

-Sutherland, Juan (2013) Arcoiris en la cordillera. Recuperado de:  
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-2940-2013-05-17.html

- Honneth, A. (2009) Reconocimiento y menosprecio.  Sobre la fundamentación normativa de una teoría social.  Madrid: Katz, 2010

-Taylor, Ch. (1992) “La política del reconocimiento” en El multiculturalismo y la “política del reconocimiento”. México: Fondo de Cultura Económica.

-Ahumada, R. (2 de Mayo de 2012). The Clinic online. Recuperado el 25 de 10 de 2013, de http://www.theclinic.cl

-Cohen, R. (2007). Comprender y sanar la homosexualidad.

-Foucault, M. (1996) “Los anormales”. En la vida de los hombre infames. Buenos Aires: Altamira 2000, pp. 61-66.

-Foucault, M. (1996) “La evolución de la noción de individuo peligroso en la psiquiatría legal”. En La vida de los hombre infames. Buenos Aires: Altamira, 2000, pp. 157-178.

-Correa, Juan Pablo. “Memoria y narrativa: La puesta del dolor en la escena pública”. Problemas Psicosociales en Chile. Universidad Alberto Hurtado. 25 de Octubre 2013.
-  Bloque alternativo de revolución sexual (S/F). “El concepto de Heteronormatividad” .Recuperado de:  http://bloquealternativorevsex.files.wordpress.com/2012/02/heteronormatividad1.pdf

- Butler, J.(2001). El género en disputa. Mexico: Paidós.

- Fonseca,C. Quineto, M (2009) La Teoria Queer: La de-construcción de sexualidades perifericas. Recuperado de
http://www.revistasociologica.com.mx/pdf/6903.pdf

- Fraser, N. (2000) “Nuevas reflexiones sobre el reconocimiento”, en New left review, ISSN 1575-9776, N°4, 2000

- Honneth, A. (2005) “La reificación como olvido del reconocimiento” en Reificación.  Buenos Aires: Katz, 2007, pp.83 – 104.  

- Honneth, A. (2009) Reconocimiento y menosprecio.  Sobre la fundamentación normativa de una teoría social.  Madrid: Katz, 2010

  - RICH, A. (2001). “Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana”, en Sangre, pan y poesía. Prosa